Los artesanos de las fibras vegetales iniciaron su oficio ayudando a sus padres con la elaboración de piezas tradicionales como vírgenes, cristos y resplandores, durante festividades religiosas. Con el tiempo, el padre logró desarrollar técnicas propias, pasando de hacer resplandores pequeños a crear grandes estrellas de panikua de hasta 2 metros de largo. Esta evolución estuvo motivada por la necesidad de generar más ingresos, especialmente después del nacimiento de su hija menor, quien sufrió una discapacidad.