Ven mi niño te voy a contar un cuento de como nacen los sueños entre nubes cuando la bruma guiña sus ojos, asomándose en la punta del cerro.
-¿Ves eso ?, Pues es un aguacero…Espera, deja que se vaya acercando, va a caer, viene jugando a mojar la tierra , si le pones atención él ríe, ve sus chispazos entre sus formas lejanas, anuncia con estruendo que pronto habrá lodazal , él quiere jugar contigo , mira ya empieza a llegar y si alzas tu carita te saluda con gotitas finitas de su risa .
Los sapitos en sus lagunitas que aparan agua jugando están, salen los grillitos, pinacates , arañas y ciempiés, casita nueva salen a buscar, el travieso aguacero sus camitas les mojo
Ya eres un niño que va creciendo y sé qué lo harás como las enredaderas del tiempo abrazando las raíces del árbol familiar.
Te veo contemplando tus hojas tiernas extendidas al mañana , papalotes de los sueños, andarás en los cielos repletos de nubes.
Ándale ven, está es la alegría, la dicha de los días de agua con tierra revueltos en alegatas de pájaros, acerca tus orejitas tiernas, pegalas bien a la tierra: escucha, ya germinan las semillas, la fiesta de los tallitos de verdes, susurran al sol y a la luna menguante.
Acercate un poquito más y los ecos de la memoria entre conchas, sonajas, voces, cantitos, todo eso mientras das tus primeros pazos de danza entre la neblina de la mañana.
Los huizaches y mezquites también te tienden sus brazos largos de ellos has de colgarte con respeto y zozobra de tener cuidado de temer espinarte, un adelanto de los dolores del alma de los que no se te pueden negar, para aprender de la vida.
Del maizal, siente las caricias de las hojas del rastrojo. Regocijate y abraza las cañas de dulce frescor. Los jilotes también te hablan y ríen penosos mientras se esconden curiositos al verte, todo esto es la magia de la herencia del rancho, de aquí somos: del rancho, de los solares, también del páramo abandonado, de los sueños, la milpa nos da cantos, melodía de semillas de calabaza, sonajita de amor silvestre.
Crea: toma lodito del surco y amasa bien con tus manitas, construye él mañana aquí dentro entre los brazos de la madre tierra su bondad te acaricia las mejillas, él padre cerro mira tu andar, siempre te dará sustento, camina con la brisa del amanecer sin miedo agarrado bien del padre viento él hace cosquillas y despeina con su risa, tira los sombreros y se lleva los rebozos de los tendederos.
Al paso del tiempo entenderás que las raíces que se cuidan nos regresan al origen, para nunca esconder de dónde somos.