En estos tiempos, se difunde la idea de que lo “bueno” o “exclusivo” se mide únicamente por el precio. Publicaciones que ostentan cifras exorbitantes, gastos en tiendas de marcas europeas, gente que con billetes en mano, despilfarra cantidades enormes en artículos varios creando una (muchas veces) falsa idea de lo que es tener riqueza. Pero esto no es algo que esté reservado solamente para una parte de la población, muchas veces vemos un comportamiento similar desde gente más cercana a nosotros con videos o comentarios como “se burlan de mi ropa y no saben que cuesta más que su casa” reflejan una cultura que equipara lo caro con lo valioso. Pero, ¿acaso el precio es lo único importante? La verdadera riqueza de un producto muchas veces radica en su historia, tradición y la técnica artesanal que lo respalda, pero parece que más gente ha caído en esos juegos de presunción.

El culto al precio
Eso de presumir el costo de un atuendo o de un objeto de lujo ha ganado fuerza en redes sociales, convirtiéndose en una práctica que, aunque a primera vista parece inofensiva, tiene implicaciones profundas en la manera en que entendemos el valor y el estatus. Esta tendencia refuerza la noción de que el valor de algo se mide únicamente en términos económicos, dejando de lado otros aspectos esenciales como la historia, la calidad artesanal y el impacto cultural.
- Consumo y estatus:
La publicidad y el marketing han jugado un papel crucial en asociar marcas internacionales con éxito y sofisticación. Campañas publicitarias de grandes casas de moda y productos de lujo no solo resaltan la exclusividad, sino que también utilizan estrategias que vinculan el precio con la calidad. Esto ha impulsado la creencia de que pagar más es sinónimo de acceder a un nivel superior de estatus social, creando una especie de “moneda de prestigio” que define la identidad de quienes ostentan estos productos. Redes sociales e influencers: En plataformas como Instagram o TikTok, muchos influencers y celebridades publican fotos y videos en los que se destaca el precio de sus atuendos, relojes, bolsos y otros artículos de lujo. Estas publicaciones no solo generan admiración, sino también envidia, y refuerzan la idea de que el valor de una persona se asocia con lo que puede gastar.
Marcas globales vs. alternativas locales: La preferencia por cadenas internacionales como Starbucks o por licores importados ejemplifica cómo la imagen y la publicidad predominan sobre la calidad o el valor cultural. Mientras tanto, cafés artesanales y bebidas autóctonas (como la Charanda o ciertos mezcales) se ven relegados, a pesar de que ofrecen una experiencia única y representan la identidad y tradición local.
Eventos y lanzamientos exclusivos: El lanzamiento de ediciones limitadas o colaboraciones especiales entre marcas de lujo a menudo se convierte en un evento mediático. La exclusividad se utiliza para justificar precios elevados, creando un aura de inalcanzabilidad que seduce a un público que busca destacar socialmente.
El rol de la moda rápida: A diferencia de la producción masiva, las colecciones de moda rápida explotan el “ahora” y la inmediatez, alimentando la idea de que lo nuevo y lo efímero tienen mayor valor. Esto contrasta con el trabajo meticuloso y la tradición que caracterizan a la moda artesanal, donde cada prenda es un testimonio de la historia y el esfuerzo humano.
Impacto en la percepción del valor:
Erosión de criterios de calidad: Al privilegiar únicamente el precio, se corre el riesgo de perder de vista otros indicadores fundamentales de calidad, como la durabilidad, la sostenibilidad y la autenticidad. Esto puede llevar a que tanto consumidores como productores adopten prácticas que priorizan la apariencia sobre la substancia.
Discriminación y exclusión: Este enfoque reductivo del valor puede contribuir a una forma de discriminación, en la que se margina a aquellos que no pueden o eligen no gastar grandes sumas de dinero. Además, se refuerzan estereotipos sociales que asocian la valía personal con el poder adquisitivo, creando barreras entre diferentes estratos sociales.
Ejemplos en el mundo digital: En algunos foros y redes, es común ver debates y “batallas” donde se desacredita la autenticidad de ciertos productos simplemente por no llevar una etiqueta de precio elevado. Este fenómeno se extiende a la crítica de marcas locales o a la subvaloración de procesos artesanales, fomentando una cultura de exclusión y elitismo.
En resumen, la exaltación del precio como único indicador de calidad y estatus no solo distorsiona la percepción del valor real de un producto, sino que también tiene un impacto social negativo, reforzando divisiones y alimentando prejuicios. Reconocer y valorar otros aspectos —como la historia, la técnica artesanal y el aporte cultural— se vuelve crucial para contrarrestar esta tendencia y promover una visión más inclusiva y rica del consumo. Como si no fuera suficiente con el hecho de que ya exista discriminación de un sector de la población hacia otra, ahora hay que sumarle este fenómeno para crear aún más división.
La Riqueza de la Tradición y la Artesanía
La moda tradicional y otros productos culturales (las artesanías, la indumentaria tradicional, el café artesanal o los licores locales, entre otras cosas) encarnan un legado que va mucho más allá del costo:
Valor cultural: Cada prenda, artículo o bebida artesanal lleva consigo técnicas ancestrales, historias de generación en generación y un saber hacer que no puede medirse en números.
Calidad versus producción en masa: Mientras que la moda rápida se basa en procesos industrializados que sacrifican la calidad, la producción artesanal requiere tiempo, dedicación y respeto por la identidad cultural.
Ahora que, reducir la calidad y el valor a una cifra monetaria no solo devalúa el trabajo artesanal, sino que también puede propiciar actitudes discriminatorias, al valorar a las personas y sus creaciones solo por el precio, se refuerzan estereotipos que menoscaban el esfuerzo, la creatividad y la diversidad cultural. Esta visión simplista puede llevar a comentarios despectivos y a la marginación de productos y, por extensión, de las comunidades que los crean. Se genera una división entre “lo auténtico” y “lo de marca”, donde lo artesanal es visto como inferior o de menor prestigio, alimentando prejuicios y discriminación hacia lo local y tradicional. Pero incluso ahora, aparece otra división donde está quien puede adquirir lo artesanal y quien no, es decir, se repite el patrón.
Cómo Responder y Contrarrestar Comentarios Discriminatorios
Realizamos hace poco una publicación sobre uno de estos desafortunados comentarios donde una persona desde el anonimato decía que le daría vergüenza usar eso de india, refiriéndose a un rebozo de Ahuiran. Preguntamos a los seguidores que responderían a un comentario como ese y hubo una gran participación. Algunas personas insistían en que no había que hacer caso de ese tipo de comentarios ignorantes, pero otros más, tenían algunas recomendaciones más complejas:
Educar sobre el valor cultural: Explica que el precio no refleja la complejidad, historia y dedicación que se invierte en una creación artesanal.
Destacar la autenticidad: Resalta que productos locales y tradicionales poseen una riqueza que va más allá de lo económico, aportando identidad y diversidad a la sociedad.
Fomentar el diálogo: Invita a conversar sobre las raíces culturales y la importancia de valorar la creatividad y la técnica en lugar de fijarse únicamente en cifras.
Compartir experiencias y ejemplos: Mencionar casos de éxito de marcas locales y proyectos artesanales que han logrado reconocimiento por su calidad e historia, demostrando que lo auténtico tiene un valor incalculable.
Mantener una actitud respetuosa: Al responder, es crucial evitar caer en confrontaciones. Hay que usar datos y argumentos sólidos para contrarrestar los comentarios discriminatorios, promoviendo una visión inclusiva y fundamentada.
Para contrarrestar la cultura del “más caro, más valioso”, es fundamental impulsar un cambio de mentalidad tanto en consumidores como en la industria:
Promoción del trabajo artesanal: Las campañas que resaltan la importancia de la tradición y el saber hacer pueden ayudar a revalorizar productos locales.
Responsabilidad mediática: Los medios de comunicación tienen el deber de difundir historias que muestren el valor real de lo artesanal, permitiendo que la diversidad cultural y el esfuerzo humano sean reconocidos.
Apoyo a lo local: Escoger productos autóctonos, ya sea en moda, gastronomía o bebidas, fortalece la identidad cultural y fomenta un consumo más consciente y sustentable.
La obsesión por el precio y el estatus reduce la riqueza de una creación a simples cifras, ignorando la historia, la técnica y el esfuerzo detrás de ella. Reconocer que el verdadero lujo reside en la autenticidad y la herencia cultural es esencial para contrarrestar discursos discriminatorios y para valorar de forma justa el trabajo artesanal. Al enfrentar comentarios que simplifican o descalifican lo local, la educación, el diálogo respetuoso y el respaldo a lo auténtico son herramientas poderosas para transformar la percepción y fortalecer nuestra identidad cultural.