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Afinando el camino: Sule Vega

Hay caminos que parecen elegirse solos. A veces no hay una razón clara, solo una chispa, un impulso, una decisión que parece casual pero que se convierte en el eje de toda una vida. Así comenzó la historia de Suleyma Vega con la trompeta. Tenía nueve años, estaba en la primaria, y le pidieron elegir un instrumento para una actividad extracurricular. No sabía muy bien por qué la trompeta. Tal vez fue su forma, su brillo, su sonido desafiante, o quizá un eco inconsciente de su abuelo trompetista. Lo cierto es que la eligió sin saber que ese gesto marcaría su destino.

Hoy, años después, Sule no solo ha hecho de ese instrumento su voz principal, sino que también se ha convertido en una figura clave en la escena musical de Michoacán. No por los aplausos o los reconocimientos —aunque no han faltado—, sino por su compromiso con el arte, la educación, la cultura y, sobre todo, por su firme deseo de abrir camino en un terreno históricamente dominado por hombres: los metales.

 

“Mi mayor inspiración siempre ha sido sobresalir en un campo donde casi no había mujeres”

Al principio, no tenía referentes femeninos cercanos. Fue hasta que ingresó, a los 12 años, a la Orquesta Filarmónica Juvenil de Morelia (LAOFIM), cuando conoció a la maestra Jenny Cárdenas, cornista de la Orquesta Sinfónica de Michoacán. Esas primeras clases con ella fueron determinantes. No solo aprendió técnica; aprendió que era posible, que sí había mujeres como ella en el mundo de los metales, aunque fueran pocas.

En LAOFIM, Sule tuvo su primer contacto con la experiencia sinfónica formal. Rodeada de estudiantes del Conservatorio y de la Facultad Popular de Bellas Artes, ensayaba, compartía, aprendía. “A mis 12 años me parecía que era el mejor trabajo del mundo”, recuerda. Era más que música: era comunidad, entusiasmo, juego, crecimiento. Y ese sentimiento, más que desaparecer, se ha transformado con los años en un compromiso aún más profundo con la música y con su entorno.

Uno de los hitos más importantes de su trayectoria fue su concierto de titulación en la Facultad Popular de Bellas Artes. “Fue el momento más emocionante de mi vida”, dice con una sonrisa que aún se percibe en su voz. No es para menos: años de esfuerzo y disciplina concentrados en una sola presentación, en un solo día que resume tantos otros.

Otro momento clave llegó con su nombramiento como directora de la Orquesta Purépecha Nicolaita “Juchari Uinapekua”. Para Sule, este proyecto representa mucho más que una agrupación: es un espacio vivo de creación, identidad y resistencia cultural. “La música tradicional me ha acompañado desde siempre, y estar al frente de esta orquesta me emociona muchísimo”, comparte. Aquí, junto a sus compañeros, tienen la libertad y el impulso para componer, interpretar, reinventar. Hacen música desde su raíz, desde su historia, desde sus preguntas.

La relación de Sule con su instrumento también ha evolucionado. Ha tomado clases magistrales, ha navegado entre distintos géneros, ha aprendido de muchos maestros. Su trompeta ha sonado en contextos clásicos, populares, tradicionales. Y en cada escenario, ella ha puesto algo suyo: una visión, una sensibilidad, una forma de decir que la música es tan diversa como quienes la ejecutan.

Hoy, además de su trabajo con la orquesta, Sule tiene la mirada puesta en seguirse formando y consolidando como trompetista solista. Quiere tocar en más escenarios, llevar su música a otros rincones de Michoacán, compartir ese lenguaje que ya no necesita traducción.

Pero su voz no se queda en la ejecución. También quiere dejar un mensaje: “Necesitamos ser más mujeres las que toquemos instrumentos de metal. Al final, los instrumentos no tienen género.” Su presencia —y la de otras trompetistas que van abriendo camino— busca romper estereotipos, cambiar las narrativas, mostrar que la fuerza y el virtuosismo también tienen rostro femenino.

La Orquesta Purépecha Nicolaita, además, tiene una misión clara: difundir la música purépecha en espacios universitarios, donde muchas veces sigue siendo desconocida. Interpretan piezas de grandes compositores purépechas, pero también crean las suyas, nutriendo así el legado musical con nuevas voces y sensibilidades. Suleyma reconoce que ha habido un auge reciente de orquestas de música purépecha, y lo celebra. Cada una, a su manera, fortalece la identidad cultural de la región y da lugar a nuevas generaciones de músicos que no solo interpretan, sino que también crean.

A lo largo de su camino, los desafíos no han sido pocos, pero Sule los ha enfrentado con determinación y con alegría. Porque sí, aunque hay barreras, también hay amor por lo que hace, convicción, y una comunidad que la acompaña. En su proceso creativo, el entorno local es clave. La cultura, las tradiciones, el sentido colectivo de la música, todo eso se cuela en sus proyectos. La comunidad no solo escucha, también inspira, impulsa, transforma.

Al preguntarle qué iniciativas de la región merecen más apoyo, no da una lista. Pero sí deja entrever algo más profundo: para que un proyecto cultural funcione en una comunidad, debe tener raíces, debe vincularse con su gente, debe ser espacio para la memoria y la imaginación. Y eso es justo lo que hace Sule con su música: teje vínculos, abre puertas, construye desde lo propio.

Escuchar a Sule es descubrir no solo una gran trompetista, sino también una mujer que ha hecho de su instrumento una herramienta de cambio. Al verla dirigir, tocar, crear, una cosa queda clara: su historia no fue fruto del azar. Tal vez no supo por qué eligió la trompeta, pero la trompeta —desde siempre— sí supo por qué la eligió a ella.

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Eduardo López

Eduardo López

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