Entre la tela oscura y la piel amarilla
una franja de sangre,
una franja de oro,
una franja de espuma.
Pico de mirasol,
pena que se deshoja
y vuelve a florecer en las espinas,
constelación de lunares,
charcos que el viento azota.
Ceniza,
musgo,
nieve en sombra,
tierra de camposantos.
Río que corre sin mojar el cauce,
alga,
nube.
Un paisaje perdido en las afueras
del polvo,
el viento se lo lleva y lo regresa.
Una enredadera que ahoga las columnas,
que trepa por los arcos y los atrios
y que en las copas se enreda de los cedros.
Ese vaho que apaga los metales,
el sollozo y la queja de las cuerdas,
las luciérnagas verdes que iluminan
los rostros de los niños asustados.
El sueño en donde nace la esperanza,
el aire del misterio,
el ala negra que conduce al ángel.
El aliento y la voz de los difuntos.
Todo eso es el rebozo.
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