Solo buscaba una excusa,
un pretexto cualquiera
para pedirte una foto,
no porque me faltaran,
ni porque mi memoria se haya desgastado
como el paso de los días.
No es que mi retina olvide
el color de tu sonrisa,
ni que el eco de tu risa
se pierda en los rincones del tiempo.
Pero hay algo en cada imagen,
una promesa suspendida,
un respiro atrapado
entre lo efímero y lo eterno.
Con solo mirarla,
puedo volver a aquel instante,
a ese espacio donde tu sonrisa
llenaba cada rincón del mundo.
Y es que, en el fondo,
no buscaba una foto más,
sino la llave para regresar
al momento en que existías
como si el tiempo no pasara,
como si tu risa fuera el latido
que marcaba mi destino.
Así que sí, tenías razón,
solo buscaba un pretexto
para vivirte otra vez,
una y otra,
en la eternidad de lo que fuiste
y serás en mis recuerdos.